Deportista venezolano en el exilio: Maradona te amo, pero te equivocaste con los venezolanos, de igual forma te perdono “descanza en paz”.

México, 25 noviembre 2020

Por: Edilio F. Centeno Nieves, atleta venezolano en el exilio. 

¡Se nos fue Maradona!

¿Quién se nos va?

Como en las distintas religiones, como en las tendencias sexuales, como todo en la vida; existen múltiples opiniones, percepciones e interpretaciones de las cosas, para mí, válidas y
respetadas todas. Por mi parte, expresaré la mía propia, con dolor, con una extraña fusión de sentimientos encontrados, sinceramente atípica en mí: se nos fue Maradona.

Recuerdo de niño la majestuosidad de tus movimientos sobre una cancha de fútbol, la valentía, la astucia, las gambetas, los triunfos, las asistencias (contigo aprendí a valorarlas tanto como un mismísimo gol, los goles, las victorias) Maradona era el mejor, era el inigualable, el distinto, el mágico, el sublime, el líder, el ganador. Eso me enseñaron desde niño, me ponían tus videos, veía tus partidos, celebraba tus aciertos, tus detalles de grandeza en cada juego, con mucha inocencia, con pensamientos puros, nobles y sinceros; repito, siendo sólo un carajito.

Así Maradona, fui creciendo, fui conociéndote y “defendiéndote” ante aquellos que osaran de cualquier manera emitir alguna opinión en tu contra, al mismo tiempo, iba perdiendo mi inocencia (lamentablemente como nos pasa a todos los seres humanos a medida que vamos creciendo), y la fui perdiendo al mismo ritmo que tú comenzabas a atacar tu grandeza (con o sin intención), eso ya no importa.

Llevaste a tu país a la cima del mundo deportivo: a ganar el Mundial de Fútbol liderando el equipo con cinco goles y cinco asistencias en los 14 partidos de ese inolvidable Mundial en
México (una barbaridad). Habías sido el artífice de que millones de argentinos alcanzaran el sueño de todos los que amamos fervientemente este deporte, lo hiciste, y lo alcanzaste, además en un momento histórico para tu patria, en un momento en que una “gran potencia” de estas imperiales, humilló a todo un país, el tuyo, atacó sin piedad a un país que sólo se resistía a mantener lo que era suyo. Ese partido, Argentina lo perdió por goleada, pero tenían en ti Maradona, un ícono, un símbolo de reivindicación patriótica, un futbolista élite que a través de su desempeño deportivo mitigó el daño que le habían causado a su país: Argentina.

Maradona, hizo sentir a los argentinos, más argentinos, más fuertes, más patriotas y eso no es criticable, por el contrario, es algo que respeto, que admiro y que admiraré siempre. Los
entiendo. Es su país, su patria. Yo…, sin ser argentino, me emociono escribiendo estas líneas, los entiendo.

México 1986 se prestó como escenario para que Maradona comandara nada menos que a Claudio Borghi, Sergio Batista, una defensa encabezada por Daniel Passarella, grandes goleadores históricos como Burruchaga, y esto sin olvidar a Valdano, Ruggieri, todos dirigidos nada menos que por Bilardo. Repito, comandados por ti Maradona, tenía que ser, tenía que suceder, y tú lo hiciste posible: campeones mundiales. Con un poco de excesos, claro está, (y como nos acostumbraste a través de los años. Solo que el exceso que tuviste en México 86 fue exceso de irreverencia, de displicencia, de elegancia, de clase, de audacia,
de picardía, de ganador, de crack)

Hiciste vibrar al Napoli de nuevo tomando el timón de un equipo que en defensa contaba con Ciro Ferrara, que en la delantera contaba con el gran 9 de Brasil para entonces: Careca, además de Alemao en la media, entre otros nombres sin mucha trayectoria futbolística y que tú sin lugar a dudas inspiraste, los subiste al auto de los sueños hasta alcanzar ganar par de scudettos, Copa UEFA etc, esto sin mencionar a otras grandes estrellas con las
que compartiste equipo en Napoli y en la Selección Albiceleste como Gianfranco Zola, Mario “matador” Kempes, Caniggia, solo por nombrar algunos. De esta manera, Maradona, levantó, OTRA VEZ, a un pueblo (esta vez el Napolitano), moralmente mermado, un gentilicio despreciado para entonces por sus mismísimos coterráneos italianos, con destellos innegables de racismo hacia ellos, con grandes mafias prácticamente dominándola para
entonces maltratada sociedad napolitana. Llegó Maradona, UNA VEZ MÁS a reivindicar moralmente a un pueblo, a tirar del barco hacia adelante subiéndolos a todos a bordo, ganándose con gambetas, con goles y asistencias; el cariño, el alma y el corazón de una ciudad entera: Nápoles.

A lo largo de tu vida Maradona como jugador recibiste muchísimas patadas, siempre sostengo: “no lo comparemos con Messi, Ronaldinho, Zidane, CR7, porque eran épocas y contextos totalmente distintos: incomparables, y comparar resulta imposible, irresponsable y estúpido establecer alocadas comparaciones, referirse o medir un atleta con otro, repito de épocas absolutamente diferentes, es ridículo”.

Estos jugadores modernos no reciben el 10% de la cantidad de golpes que recibiste tú Maradona, dentro y fuera de las canchas de fútbol, y no por eso son menos o más grandes que tú. Son diferentes. (Aunque para los argentinos seas el más grande jugador que ha existido, no todos somos argentinos en el mundo, aplaudo que cada país defienda lo suyo y así debe ser. Es admirable el cariño que pude constatar a lo largo de varias visitas
a Buenos Aires, es de verdad extraordinario el amor que se siente por Maradona en una ciudad que respira fútbol, además entendible, comprensible. Si yo fuese argentino, pensaría igual que ellos.

Tú, Maradona, te caracterizaste por recibir, pero también por DAR con todas tus fuerzas, (y no me refiero sólo a patadas, que también), me refiero a todos los aspectos de tu vida, con todas tus ganas, en el lugar que fuera (dentro o fuera de las líneas de cal), y no quitabas el dedo del gatillo cuando se trataba de defender a tu equipo, a tu selección, a tus CONVICCIONES, a tu país, y eso Maradona, lo tenemos en común tú y yo eternamente..;
a ti no te temblaba el pulso, a mi tampoco, eso te convirtió en un distinto, pero esa forma de ser, tiene sus consecuencias…

Tus goles, tus movimientos, tus asistencias (me gustan más que tus goles), van a hacerse eco eternamente en el universo entero, eso no lo dudes. Y yo, humildemente, soy de los que opinan que todas las personas (incluyendo a las que parecen de otra galaxia como tú, o los que parecen haber tenido días tocados por la divinidad como tú), deben ser recordados por todo lo que hicieron o dejaron de hacer en este plano terrenal Maradona…

Y como no todo es color de rosa en la vida Maradona, con mucho dolor pero con más patriotismo que sentimientos, quiero hacer llegar al cielo mi perdón para ti: DIEGO, porque como Diego, humillaste mi bandera venezolana, limpiaste el piso con ella, fuiste en contra de la voluntad de la mayoría del pueblo venezolano apoyando al DICTADOR Nicolás Maduro Moros públicamente, además bailando y burlándote de nosotros la mayoría de venezolanos de bien, en esto te equivocaste, seguiré pensando que inconscientemente.., pensaré que ya tu capacidad de discernir entre una cosa y otra, se vio afectada por cuestiones pasadas en tu vida personal, y que no vienen al caso en este doloroso momento para mi país: Venezuela, y para la hermana República Argentina (que no pasa un buen momento social ni
sentimental ahora con tu lamentable partida).

La pelota sí que la manchaste, pero creo en el perdón, creo que más fueron las grandes hazañas y enseñanzas que nos dejaste a los futbolistas, a los deportistas, creo que D10S lleva la 10, creo que nos dejaste lecciones deportivas muy interesantes, importantes, históricas, como para enfocarnos en otras cosas. Jesucristo dijo: “Quien esté libre de pecado que tire la primera piedra” y nadie pudo lanzar una, esto sigue y seguirá siendo así.

El perdón libera, nos hace llegar a lo sublime, el perdón limpia cualquier mancha. Diego Armando Maradona Franco descansa en paz, tienes nuestro perdón.

Me atrevo a modificar tu famosa frase por: ¡La pelota sigue limpia, el perdón se encargó..!

Te amo, Maradona

Paz a tu alma.

Por: Edilio F. Centeno Nieves

Atleta venezolano en el exilio

Deja un comentario