Tres partidos después de asomarse al abismo del fracaso, con las primeras filtraciones contra el entrenador incluidas, Zidane lo ha vuelto ha hacer. De aquella manera, sin una solución mágica para los problemas para hacer gol y de nuevo con su fortaleza en una defensa que no ha encajado en tres partidos importantes, el Madrid volvió a ganar en el derbi capitalino ante el Atlético y ha adecentado su temporada, en octavos de Champions y a tres puntos, con un partido más, del liderato.
El equipo de Zidane volvió a completar una buena primera parte, fue superior en cada duelo y disfrutó de comodidad para combinar y atacar. A diferencia de otros días, consiguió convertir su dominio en goles, en dos acciones a balón parado, el segundo en el momento justo para chafar las aspiraciones de un rácano Atlético. Aunque estuvo lejos de conseguir un caudal de ocasiones, mantuvo una superioridad manifiesta gracias a que el equipo de Simeone hizo un partido nefasto, impropio de su trayectoria inmaculada hasta ahora en La Liga.
Aunque la costumbre hace ley, es en citas especiales cuando se revela la añoranza. Fue un derbi con muy pocas cosas de un derbi. Sin el abrigo del público, toda la mística que rodea al juego queda disipada entre el ambiente de entrenamiento del fútbol durante la pandemia.
Atleti irreconocible
Desde el inicio se vio que el Atlético solo podía incomodar al Madrid con una presión intensa, pero apareció una mala copia del equipo de Simeone, que dejaba espacios para la circulación de un Madrid que disfrutó de una noche placentera.
Benzema disparó al palo desde el borde del área antes de los diez minutos y, tanto rondó el Madrid el área de Oblak, que se puso por delante al cuarto de hora de juego, en un saque de esquina que remató a placer Casemiro para marcar entre la indecisión de la defensa rojiblanca.
Con el marcador a favor y la falta de intensidad de un Atlético desinflado, sin mordiente y fuera de sitio, el Madrid disfrutó de mucho dominio, tocó el balón con fluidez, generó superioridad en cada flanco que atacó y Benzema combinó por todos sitios como si jugara en el jardín de su casa, pero pasaron los minutos sin más problemas para Oblak.
Todo de cara
El sistema de tres centrales, que le había ido bien a Simeone en los últimos partidos, se reveló a todas luces insatisfactorio y el argentino tardó media hora en volver a su clásico sistema con cuatro defensas. Al descanso hizo tres cambios, pero lo primero que cosechó fueron fallos en defensa que le dieron vida a un Madrid con más intención ofensiva que llegadas peligrosas.
La primera ocasión del Atlético llegó camino a la hora de partido, fue muy clara, en las botas de un desacertado Lemar, pero la reacción rojiblanca murió en un gran disparo lejano de Carvajal, tras una falta lateral sin demasiado peligro, que entró en la portería tras rebotar en el palo y en la espalda de Oblak.
Con información de El Periódico