Por: MsC. Odalys Camaray
Venezuela el país con las reservas de petróleos más grande de Latinoamérica, aún continúa sumergido en la peor crisis de su historia, la cual no sólo ha tocado las fibras sociales, sino que ha afectado hasta su ámbito deportivo, por lo que ha llegado a ocasionar un impacto negativo muy profundo. Las grandes cantidades de divisas con las que contó la revolución “bonita” para construir la llamada “Generación de oro” y el “Hombre nuevo”, fueron robadas y derrochadas por la ahora burguesía roja, por ende, hoy nuestra generación de oro trabaja en la economía informal a lo largo de Latinoamérica y el mundo, y el llamado hombre nuevo es quien nos roba, mata y secuestra.
El alto rendimiento venezolano es exclusivamente dependiente de los aportes del Estado, salvo aquellos que tienen ligas profesionales como el béisbol, fútbol y baloncesto, sin embargo, se ha creado todo un entramado burocrático para echar mano de la autonomía de esos recursos. La figura del Fondo Nacional del Deporte, creada a través de la Ley Orgánica de Deporte, Actividad Física y Educación Física, representó una alternativa de financiamiento para las disciplinas con más difícil acceso al patrocinio, pues se nutría de una contribución obligatoria de las empresas más solventes. Sin embargo, en tiempos de crisis y pandemia, son cada vez menos las empresas con capacidad de aportar, y lo que aportan pues es puesto para el uso a discreción de los chavistas a cargo de las instituciones, el Fondo ha sido adscrito a la Tesorería Nacional (en lugar del Instituto Nacional de Deporte, como ordenaba la ley), de modo que se volvió inaccesible para iniciativas distintas a las del ejecutivo. Por tanto, se ha limitado aún más la forma de acceder a los recursos para la actividad deportiva, haciendo cada vez más dependiente a nuestros atletas de los aportes de las instituciones del gobierno.
En este sentido, para los atletas Vinotinto las becas que reciben son esenciales para poder dedicarse por completo a la actividad deportiva y representarnos en los más grandes escenarios mundiales. Entendiendo, que una beca deportiva es una subvención o ayuda económica que se le otorga al atleta por sus resultados y logros competitivos. Generalmente, son beneficiarios de las becas aquellos deportistas amateurs, que, por su desempeño, sus méritos y dedicación, acrediten fehacientemente su participación periódica en torneos y competencia nacionales e internacionales, demostrando un alto nivel de competencia. Una beca tiene la finalidad de proporcionar apoyos en entrenamiento, equipo, servicios, instrucción, aspecto nutricional y estímulos a aquellos ciudadanos que siendo buenos deportistas merecen estos apoyos para continuar con su nivel de excelencia deportiva, sabiendo, que el incentivo de recibir la beca influirá de manera directa en el mejoramiento del nivel deportivo de los beneficiarios. (Esto en teoría) pero cuando revisamos la realidad vemos el irrespeto que esto representa para un atleta que representa al país.
A continuación, mencionaremos la escala de becas deportivas de alto rendimiento vigentes del Ministerio de Juventud y Deportes de Venezuela, y su equivalente en dólares.

La llamada “Generación de oro” no tiene el valor que la frase identifica, una beca de cuatro o dos dólares no es de oro; más bien sumerge a nuestros dignos representantes del deporte en la miseria. En un país como el nuestro, con una inflación incontrolable superior a 1.000 % (Según datos de la Asamblea Nacional) y con la canasta básica por encima de los 73.000.000,00 de bolívares soberanos (Según CENDAS) quisiera saber, ¿qué atleta de nuestra selección nacional puede subsistir con una beca entre 4,95 USD y 2,47 USD?; cuando un cartón de huevos sobrepasa los 800.000 Bs. S. y comprar un litro de gasolina en la calle se llevaría el total de la beca de un atleta en ruta olímpica. Y profundizando aún más, ¿qué atleta se podría mantener con cuatro dólares? Por esa razón, vemos a atletas medallistas panamericanos, centroamericanos y bolivarianos, trabajando de mesoneros en el exterior, como el caso del esgrimista Francisco Limardo. Indudablemente, una burla de beca, que no dignifica el gran trabajo que realizan los jóvenes, hombres y mujeres que con orgullo nos representan en cada justa deportiva internacional, con la beca deportivas más baja del continente, es contradictorio escuchar a los voceros gubernamentales decir que Venezuela va rumbo a ser potencia deportiva, cuando la realidad es palpable y no se puede ocultar.
La gerencia del deporte debería explicar a dónde van a parar los recursos del Fondo Nacional del Deporte, mínimo se deberían utilizar los recursos para dignificar las becas de nuestros deportistas, sino que nos expliquen para qué alcanzan cuatro o dos dólares, y si esto es suficiente para que un atleta se dedique a su carrera, como lo hace cualquier atleta de élite en otro lugar del mundo. Esto ha llevado, sin duda, a la deserción de atletas y entrenadores, a que muchos estén en otros países representando a otras banderas. Y una de las consecuencias es que la generación de relevo está prácticamente extinta en una nación donde la gestión del deporte en estos últimos 15 años ha estado en manos de politiqueros ineptos que muestran con hechos su desprecio por el joven y el deporte, en sus cálculos burocráticos solo se alejan más y más de la realidad y profundizan su destrucción.
El llamado seguirá siendo para todos aquellos dolientes del deporte, para sumar esfuerzos en función de rescatarlo, y de no dejarlo destruir por completo. Los retos son muchos, y seguiremos exponiendo en cada espacio la realidad que está golpeando duramente al deporte nacional.
Por: MsC. Odalys Camaray